La nueva dependencia de la Argentina respecto de Estados Unidos parece responder menos a una estrategia nacional que a la obsesión ideológica de Javier Milei. En los últimos días, esa alineación sin matices ha generado burlas, advertencias y desconcierto en medios internacionales, dejando expuesta una política exterior que compromete la autonomía del país en nombre de un experimento personal.

Un rescate ideológico

Según la prensa extranjera, Milei ha atado la suerte económica argentina a los designios de Washington. Su gobierno habría solicitado un rescate financiero de 20.000 millones de dólares para estabilizar el peso, un monto que Current Affairs describe como “un rescate ideológico”.
El medio estadounidense sostiene que Milei “ha hundido la economía argentina hasta tal punto que necesita un salvataje colosal”, prueba de que sus recetas de libre mercado han fracasado.
Democracy Now!, por su parte, recordó que Donald Trump justificó esta ayuda como “una manera de dejar que una gran filosofía se apodere de un gran país”. La frase revela que el respaldo estadounidense no responde a intereses económicos genuinos, sino a una afinidad política.
Incluso el propio Trump reconoció que su apoyo está condicionado al futuro electoral del presidente argentino: “Si él gana, nos quedamos con él; si no gana, nos vamos”, declaró en la Casa Blanca. La frase, tan directa como humillante, confirma que la suerte económica argentina queda atada a los vaivenes de la política norteamericana.

Burlas y críticas internacionales

El alineamiento con Trump también despertó burlas en Estados Unidos y Europa. En Saturday Night Live, el comediante Colin Jost ironizó: “Si la historia sirve de guía, muchos funcionarios de Trump terminarán huyendo a la Argentina”, en alusión a los nazis refugiados tras la Segunda Guerra Mundial.
En la misma emisión, se parodió a Milei como una mezcla entre un predicador libertario y un personaje de comedia, reforzando la imagen de extravagancia que proyecta en el exterior.
Medios de peso coincidieron en las críticas. The Guardian señaló que el rescate de Trump busca “dejar que una gran filosofía se apodere de un gran país”, mientras que The Washington Post advirtió que la intervención de EE. UU. “es la más directa en décadas sobre la economía de otro Estado”, y pone en duda la coherencia del eslogan “America First”.
Incluso The New Yorker y Current Affairs dedicaron columnas satíricas a la “nueva dependencia argentina”, marcando que el presidente se ha convertido en una caricatura global más que en un aliado respetado.

Costos políticos y simbólicos

Pero más allá de la ironía, la subordinación tiene consecuencias concretas. Como advirtió Democracy Now!, más del 60 % de los argentinos no simpatiza con Trump, por lo que la injerencia extranjera puede agudizar el malestar social y erosionar la legitimidad del gobierno.
Mientras tanto, las políticas de “shock liberal” profundizan el desempleo y la caída del ingreso real, según datos citados por The Washington Post. El país enfrenta una crisis interna agravada por la dependencia externa.
En el plano simbólico, la situación es aún más delicada. Milei invoca la “soberanía nacional” mientras celebra un “Milei Day” en Washington y agradece públicamente el respaldo financiero de un gobierno extranjero. Esa contradicción despoja al discurso libertario de autenticidad y deja a la Argentina en una posición de subordinación inédita.
Como resume Current Affairs, el rescate estadounidense representa “la última indignidad: la entrega de la soberanía argentina a los caprichos de Donald Trump”.

El resultado es un país con menos autonomía, una economía condicionada y una imagen internacional deteriorada. En nombre de un credo ideológico, Milei ha hipotecado la soberanía que dice defender.