Subastar la Patagonia por 20.000 millones de dólares a Donald Trump. Esa sería la maniobra detrás del supuesto acuerdo de cooperación que Javier Milei buscaría firmar, otorgando concesiones y derechos estratégicos sobre territorios del sur argentino, una de las regiones más ricas en recursos naturales y estratégicos del planeta.
Mientras el gobierno intenta presentar la operación como una oportunidad de “desarrollo e inversión extranjera”, lo que realmente está en juego es la soberanía nacional. Si Argentina quiere progreso genuino, necesita construir una política de Estado estable, hacer públicos cada entendimiento y contrato, y mantener una narrativa firme: ni los dólares ni las urgencias pueden justificar entregar el territorio.
La historia será implacable al juzgar a quienes confundan soberanía con mercancía. Porque vender la Patagonia, como vender el alma, nunca será un buen negocio para los argentinos.